17 may 2010

PELICULA "GARRAS DE ORO" ES RESCATADA TRAS OCHO DÉCADAS DE OLVIDO

Revista Cambio, Bogotá, septiembre 30 de 2009

Es considerada la primera película antiyanqui de la historia.

Cómo no iba a resultar intrigante que los 56 minutos de la cinta comenzaran con una inscripción en letras adornadas donde se leía: "Cine-novela para defender del olvido un precioso episodio de la historia contemporánea". Y cómo no iba a despertar curiosidad la escena en la que un ’Tío Sam’, en el vértice inferior izquierdo del encuadre, miraba de soslayo, caminaba en puntillas, alargaba sus manos y con sus largas garras de oro arrancaba el trocito del mapa correspondiente a Panamá.

Cómo no iba a resultar una provocación ese filme que transcurría en Rascacielos, ciudad de Yanquilandia, y cuya exhibición incomodó a tal punto al gobierno de Estados Unidos que recomendó censurarla en América Latina. Y cómo no iba a resultar fascinante saber que quien estuvo detrás de esto fue un caleño con seudónimo italiano.

Garras de oro (1926) tenía todos los elementos para despertar la atención de los cinéfilos. De hecho constituía un acertado ejemplo del llamado ’cine huérfano’, clasificación que se refiere a las películas perdidas, secuestradas, escondidas, mutiladas, olvidadas, dañadas, anónimas o apócrifas que revelan algo interesante para la historia del cine o para las sociedades donde han sido producidas o difundidas. Por eso hoy, junto con otras nueve cintas, Garras de oro es parte de la Colección cine silente colombiano, recientemente publicada por la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano.

Adiós, Panamá

La película describe hechos ocurridos entre 1903 -año de la separación de Panamá- y 1914, cuando se inauguró el Canal. En ese contexto tiene lugar un romance entre la hija del cónsul colombiano en Rascacielos y un periodista estadounidense que, para librarse de una acusación por calumnia, busca pruebas para demostrar que el presidente Teodoro Roosevelt no era digno de la reelección por haber incumplido un tratado internacional en el que Estados Unidos se comprometía a apoyar el desarrollo del canal interoceánico sin desmembrar a Colombia.

Un argumento muy actual en estos tiempos en que tanto se discute sobre la soberanía nacional. De hecho, Ramiro Arbeláez, profesor de Historia y estética de los medios audiovisuales en la Universidad del Valle, y Juana Suárez, profesora de cine latinoamericano en la Universidad de Kentucky (Estados Unidos), no han ahorrado esfuerzos para recuperar la historia detrás de Garras de oro y demostrar su relevancia en la historia del cine.

Así lo hicieron el pasado 5 de agosto durante la conferencia "Una muda conspiración contra Roosevelt: Garras de oro (The dawn of justice)", presentada en el marco del Congreso de Colombianistas realizado en la Universidad de Virginia. Por cierto, las palabras en inglés -que traducen ’la alborada de la justicia’- son el título como se le conoce en Estados Unidos.

Una aparecida

Todo empezó en los Archivos Nacionales de Washington en 1982. El historiador Jorge Orlando Melo buscaba información sobre las relaciones bilaterales entre Colombia y Estados Unidos en la década de 1920 y de repente se topó con una serie de documentos que hacían referencia a una película de la cual no había oído hablar. Dejó todo de lado y se puso a leer.

Una carta del Departamento de Estado dirigida a los cónsules en América Latina les hablaba de la existencia en Colombia de una película titulada Garras de oro, que tenía un mensaje contra Estados Unidos y por tanto les pedía que hicieran todas las gestiones posibles para que no fuera presentada. También había varias respuestas de distintas partes. "La carta que más recuerdo -narra el historiador- era una de San José de Costa Rica, firmada por el cónsul, que en esencia decía: ’No hay que preocuparse, pues yo soy el dueño de todos los teatros de San José y me encargaré de que no se publique’ ".

La orden del Gobierno estadounidense logró lo que buscaba. El resultado fueron décadas de olvido, pues hasta comienzos de los ochenta en ningún libro sobre el cine hecho en Colombia aparecía mención alguna a esta cinta. De ella no se hablaba ni en la Historia del cine colombiano, de Hernando Martínez Pardo, publicado en 1978, ni en la Crónica de cine colombiano, de Hernando Salcedo Silva, de 1981. Tampoco había referencia alguna a su director, P. P. Jambrina, ni a los camarógrafos aparentemente italianos Arnaldo Ricotti y Arrigo Cinotti, aun cuando la Colombia Films Company, fundada en Cali en los tempranos años veinte, había traído personal artístico y técnico desde Italia para realizar películas.

A pesar de ello, la cinta parecía destinada a ser investigada tarde o temprano. Y así fue: un buen día de 1985, cuando iba a emprenderse la restauración del teatro Jorge Isaacs, de Cali, el cinéfilo Rodrigo Vidal se encontró algunos rollos abandonados en su sala de proyección. Eran de Garras de oro, que no había vuelto a ser proyectada desde 1928. Y como justo en 1986 fue creada la Fundación Patrimonio Fílmico, su director técnico, Jorge Nieto, se mostró interesado en ese curioso material. Cuenta el cineasta Luis Ospina que juntos la analizaron en moviola y se encontraron con un letrero que decía "Vietato fumare", por lo que podía pensarse que hubiera sido parcialmente filmada en Italia.

Pronto Garras de oro tendría otro momento de suerte. El cartagenero Enrique Ortiga, que trabajaba en el Departamento de Cine del Museo de Arte Moderno de Nueva York, ayudó a que la cinta fuera restaurada por dicha entidad con fondos de varias empresas colombianas. Para ese entonces ya despuntaban los años noventa.

Escarbando

Las indagaciones de Ramiro Arbeláez y Juana Suárez también aportaron datos relevantes. Quién era el tal P. P. Jambrina era una pregunta que se hacían recurrentemente. Si era un seudónimo, urgía quitarle la máscara. Otras inquietudes eran dónde había sido filmada, qué ciudades habían alcanzado a verla y quién la había escrito.

Luego de preguntar y escarbar en documentos, los investigadores se encontraron con una perla: P. P. Jambrina era en realidad un periodista y político connotado de Cali. La identidad será revelada en un ensayo próximo a publicarse titulado "Garras de oro: The intriguing orphan of Colombian silent films" (Garras de oro: La intrigante huérfana del cine silente colombiano).

Por ahora, Arbeláez solo adelanta una pista: "Era primo en tercer grado de Carlos Mayolo, o sea que el abuelo de Carlos era primo de P. P. Jambrina". Dicho de otra manera, era un pariente lejano del director de cine que cuatro décadas después, junto con Luis Ospina, haría que la capital del Valle mereciera el remoquete de ’Caliwood’.

Otra rareza que dio pie para pensar que se trataba de una producción foránea fue la diferencia tan grande entre Garras de oro y las películas que se filmaron por esos años en Colombia. Mientras aquella tenía lujosos interiores y exteriores en Nueva York, Bogotá y el río Magdalena, las otras mostraban una puesta en escena más austera; y mientras aquella tenía un fuerte contenido político y narraba un conflicto amoroso integrado a una trama de espionaje diplomático, las otras se inclinaban por temas locales y argumentos sencillos.

"En términos estéticos nos pareció muy adelantada para su época, aunque esto solo lo pudimos corroborar recientemente, cuando se restauraron Bajo el cielo antioqueño, Madre, Alma provinciana y Amor, deber y crimen", explican los investigadores. Lo único que despeja la duda sobre el origen es que quien escribió los libretos de Garras de oro fue un cartagueño y que el acta de constitución de la empresa Cali Films fue levantada en Colombia.

La polémica cinta vio la luz y el éxito en marzo de 1927, cuando fue estrenada en el Teatro Moderno de Cali. Al año siguiente continuó su camino hacia Medellín y Buenaventura, pero no alcanzó a llegar a Manizales porque se le cruzó la censura. Allí desapareció su rastro. Seguramente algunos la consideraron ’peligrosa’ y la borraron del mapa y de la memoria.

Por fortuna, nada logra estar lo suficientemente oculto y la cinta ahora cuenta con admiradores y seguidores, como Dan Streible de la Universidad de Nueva York, que asegura sin asomo de duda que se trata de la primera película antiyanqui del mundo. Paradojas del destino.

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