José Fernando Ocampo T., Bogotá, febrero 11 de 2009
Mutis fue más que un sabio, que un naturalista y que un botánico. Mutis fue el gestor de la revolu-ción ideológica de la independencia nacional. Su obra fundamental independentista lo constituyó la Expedición Botánica. Mutis defendió, a riesgo de ser condenado por la Santa Inquisición, las doctrinas de Galileo, Copérnico y Newton sobre el lugar de la tierra en el universo, sobre el papel de la ciencia en la sociedad, sobre el origen del universo, sobre la relación no contradictoria entre religión y ciencia.
Su rebelión contra la Inquisición fue quizás el más extraordinario ejemplo pro-porcionado a la juventud neogranadina de que podía levantarse contra la dominación y la opre-sión. Lo arriesgó todo, porque fue acusado de herejía y su proceso remitido a España para su con-dena. Condena que podía costarle la vida. “Pero la sabia y respetable conducta,” decía en su diser-tación sobre la astronomía, “con que ya se tolera disputar abiertamente en el siglo más ilustrado, permite no solamente proponer todas las razones a favor y en contra de los sistema florecientes, sino también defender como hipótesis el sistema prohibido.” (mi énfasis)
La posición de Mutis en el pensamiento neogranadino implicaba enormes transformaciones ideo-lógicas. El monarca español no era ya el representante de Dios en la tierra. Las posiciones de la Iglesia sobre la tierra, el sol y el sistema planetario dejaban de ser dogmas. La Iglesia no dominaba la experimentación científica ni podía imponer sus concepciones sin probarlas. La filosofía escolás-tica con sus premisas y sus silogismos no se imponía sobre la experimentación y los descubrimien-tos de la astronomía y de la física. Las investigaciones de Mutis y sus posiciones científicas se im-pusieron en la Expedición Botánica y se extendieron a los colegios en donde estudiaban los próce-res de la independencia neogranadina. Con el pensamiento de Mutis se quebró el dogma, se res-quebrajó el silogismo, se agrietó el dominio religioso, se demitificó la monarquía, se abrieron las mentes a las nuevas ideas. Todo fue posible.
De allí a saltar a la teoría suareciana del tiranicidio, o a las ideas liberadoras de la Ilustración, o a las de la democracia de los estadounidenses, en una palabra, a la independencia de la colonia es-pañola, no era sino un paso. Y de su Plan general de los estudios médicos de 1805 para el Colegio del Rosario se saltaba al Discurso educativo de Caldas y se retomaba el Plan educativo de Moreno y Escandón, del que había sido inspirador, para una revolución educativa que estremecía todo el cimiento de las ideas dominantes. Que lo hubieran seguido Pedro Fermín de Vargas, José Félix de Restrepo, Eloy Valenzuela, Francisco José de Caldas, Jorge Tadeo Lozano , Sinforoso Mutis, y los demás que pasaron de la revolución cultural de la Expedición Botánica a lucha política de la Inde-pendencia, fue un sendero abierto por donde los arrastraron las circunstancias mundiales y neo-granadinas. Las condiciones políticas recogieron la revolución cultural que las precedieron. Mutis había sido su epicentro.
Que Mutis defendiera en los más sagrados recintos de la sociedad neogranadina la revolución copernicana, la física de Newton y rechazara el tratamiento sufrido por Galileo y en sus cátedras defendiera el carácter de la ciencia, la investigación científica, el sometimiento de las creencias a la evidencia empírica, el ajuste de la fe bíblica a la realidad concreta, significó toda una transmuta-ción en las mentes de las nuevas generaciones que lo tuvieron como maestro, guía e inspiración. Refiriéndose al método de Newton le advertía a la juventud de Santa Fe que “para seguir este nuevo camino era preciso abandonar sus antiguos sistemas, y sacrificar sus amadas opiniones.” Lo que Mutis logró en la juventud neogranadina y en la sociedad santafereña fue abrir las mentes, fortalecer los espíritus, crear ideales, socavar creencias, infundir esperanzas, trazar senderos. La extraordinaria labor de la Expedición Botánica que la convirtió para la historia nacional en precur-sora de la independencia lo constituyó su revolución cultural sobre la concepción de la naturaleza y sobre las posibilidades de una nueva sociedad. El consejo de Mutis sobre el espíritu científico de que “debemos tener siempre entera libertad en el estudio de la naturaleza, para que la filosofía natural pueda ser útil a los fines más importantes y llegar al punto de certidumbre y perfección que debemos desear”, se lo aplicaron Vargas, Caldas, Valenzuela, Lozano, Mutis, Nariño, Torres y demás, a la revolución de la independencia de 1810.
Tomado de: moir.org.co
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